"Rides nos, Coracine, nil olentes:
Malo, quam bene olere, nil olere"
Los versos son del poeta latino Marcial, Marco Valerio Marcial, nacido en Bílbilis, la actual Calatayud, y como tal hispano. Fue uno de los protegidos del gran Séneca, hasta su suicidio, lo que le obliga a buscarse la vida en la capital del Imperio, en aquella Roma de la primera centuria de nuestra era.
La traducción de los versos es facilona:
"Te burlas de mí, Coracino, porque no estoy perfumado;
Prefiero no oler a nada, mejor que oler bien"
Prefiero no oler a nada, mejor que oler bien"
¿A qué viene este diserto?. Viene a que, desde hace largo tiempo, el olor a podrido, el mal olor, no solo me produce arcadas sino que ha atrofiado mi pituitaria. Esta peligrosa circunstancia me ha llevado a la decisión irrevocable de volverme abstemio. De irme al desierto del Gobi. De pasarme a la acera de los "no existentes". ¡Yo me largo de esta fiesta!.
Me refiero, claro está, a la casta política de este puñetero país llamado España.