"En Italia, en los treinta años de dominación de los Borgia, hubo guerras, matanzas y asesinatos pero también floreció luminoso el Renacimiento, Leonardo y Miguel Ángel. En Suiza, por el contrario, en quinientos años de orden, amor, paz y democracia nació el Reloj de Cuco". Se suele asignar este largo soliloquio a Grahanm Green, escritor de culto, guionista y crítico que, aunque británico de raza, quiso vivir su ultimo año de vida a las orillas del remansado lago Lemán, en la apacible ciudad de Vevey, de la que guardo buenos recuerdos de mi etapa de finales de los sesenta y principio de los setenta. Los años de la "Imaginación al Poder" del mayo francés del 68. Yo, demasiado joven e inexperto y el mundo desmesuradamente grande para entrar en mis retinas.
¿Que porqué anoto lo anterior?. Viene a cuento del número 1877 del País Semanal y la entrevista a Joseph Stiglitz. A pesar de su aire bonachón y su figura desenfadada, no me fío un pelo de este Premio Nobel de Economía del 2001, Vicepresidente Primero del Banco Mundial a finales de los 90 o Presidente del Consejo de Consejeros Económicos de Clinton.
No me fío de esta figura de mareante currículum, por mucho que sea el talismán de algunos movimientos sociales de protesta como el de "Ocupemos Wall Street" y su aplaudido eslogan de que "El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita".
Lo siento, señor Stiglitz, su afirmación rotunda de que "la austeridad va a tumbar la economía. Se está viendo en España y en Grecia", me ha dejado perplejo, confuso y desconcertado.
No. No voy a comprar sus celebrados libros de "El Precio de la Desigualdad", "Caída Libre" o el mediático "Comercio Justo para Todos". No quiero dejarme contaminar. No me fío de usted.
La Democracia no ha fracasado. Han fracasado los que la han administrado y hemos fracasado los que la consumimos. La Democracia en sí misma no tiene los genes del fracaso. Eso de que la "Democracia es la Tiranía del 50 + 1" es una mentira perversa.
