jueves, 8 de noviembre de 2007

Beatus ille


<<Beatus ille qui procul negotiis, ............>> "
"Dichoso aquél que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes, libre de toda deuda, y no se despierta como los soldados con el toque de diana amenazador, ni tiene miedo a los ataques del mar, que evita el foro y los soberbios palacios de los ciudadanos poderosos".
En un post anterior hice mención del, según muchos, mejor poeta lírico y satírico clásico en lengua latina, en la última centuria de la era anterior al nacimiento de Cristo, Quinto Horacio Flaco, conocido para la posteridad como Horacio a secas.

Dentro de la extensa obra de Horacio  se encuentran los llamados Epodos, composiciones cortas en forma de poemas dirigidos en unos casos contra personas concretas, a favor del civismo de la sociedad romana y hacia otros muchos campos. De todos ellos  el más conocido es el "Beatus ille..", que sirvió de inspiración al poeta, humanista y traductor español, Fray Luis de León, para escribir su obra "Oda a la vida retirada", que da comienzo con estas bellísimas palabras:

la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido”. 
Hace dos semanas, en una de mis escapadas a la capital del viejo reino - León -, visité como es mi costumbre a mi entrañable cascarrabias y viejo amigo Don Licinio. Hablamos, mejor dicho habló Don Licinio y yo escuché fascinado y deslumbrado por su discurso siempre entretenido y a menudo brillante, de los clásicos, una de sus fijaciones culturales en la que es expertísinmo conocedor.

- Aproveche Vd., Jerónimo, su tiempo de desocupado ocioso y destierre de su nueva vida la holgazanería, la pereza y la indolencia.

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- Haga propio el discurso de Horacio en su "Beatus ille", beneficiando su intelecto en el tiempo  que su antigua actividad le ha dejado libre.

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- No se convierta en un ácaro de la sociedad. Estudie, ahonde, profundice y escudriñe.

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Hace ya tiempo que tomé la determinación de no polemizar con Don Licinio, y menos en aspectos relativos a mi vida y situación actual de prejubilado. Mi amigo piensa y está totalmente seguro de que soy un parásito de la sociedad, un fracasado en mi vida laboral y un ser con las meninges disminuidas. Claro que también sigue considerandome su amigo a pesar de los pesares. Y ser amigo de Don Licinio es un arte que hay que practicar y un honor del que pocos, poquísimos, pueden presumir.

Ocuparé mi tiempo, viejo amigo, en estudiar a los clásicos en mis clases de Historia. Ahondaré en los conocimientos que me sean presentados por los profesores. Profundizaré en aquellos aspectos que me sean esquivos y escudriñaré en los manoseados textos de la biblioteca universitaria, buscando una sabiduría vieja y eterna.

Pero, permítame Vd., Don Licinio, que - como advierte nuestro "Beatus ille" -, dedique una pequeña parte de mi tiempo a disfrutar de las montañas de mi querida Cabrera, a perderme en los sotos de castaños de las montañas de Lugo, pletóricos de frutos en estas fechas, y a tomar con sorbitos cortos la languidez de los días otoñales, con esa melancolía en la que me encuentro como pez en el agua.

Facúlteme Vd., Don Licinio, a transgredir algunas de mis viejas costumbres. Tolere mis inconveniencias y sea Vd. condescendiente con este amigo suyo que, en la diáspora de una tierra amable, añade alguna de sus lágrimas al exíguo caudal del Pisuerga.

Comentarios

"Bajo el aura del duro sol primero
y el trino inaugurado de los pájaros,
abandonar el hogar tras el almuerzo,
en el breve calor que adelanta el verano.
No ir, si tenías que ir a lugar convenido,
ni entrar en clase, aunque el estudio importe,
ni salir hoy a comprar cosas determinadas...
Ponerse a caminar, con el amigo cómplice,
que huye también la tarde, por la cuesta abajo,
hacia la hierba y los pinos, solitarios...
Tenderse allí y hablar del duro otoño,
ya pasado, mientras invita el sol a retirarse
ropa, y molestan los insectos renovados.
Y allí dejar pasar las horas insensiblemente,
entre calor y vaho de flores, dormitando.
Se charlará despacio, y surgirá el silencio.
Y si el sexo incomoda alegremente, no habrá
sorpresa. Es huésped esperado y cotidiano...
Por lo demás, amodorrarse allí, vivir al sol,
dejar pasar el tiempo y olvidarse de todo.
Que ya sabes el verso: Dichoso el que de pleitos alejado, ("Beatus ille").

Alguien dejó en la red esta composición libre sobre los versos de Horacio y Fray Luis de León

Ya veo, amigo, que no necesitas de mi concurso, alejado durante algunas fechas de tu blog por razones laborales. Tienes una buena "guardia de corps", sobre todo femenina. Enhorabuena !
Alguien en la red, (una mujer por cierto), dejó dicho aquello de:

"Dichoso aquel
que en otro tiempo
encontraba:
la casa limpia,
la ropa planchada,
la mesa puesta,
los niños durmiendo,
y la mujer
a sus órdenes".

Y dice bien el poema "en otro tiempo", pues hoy los tiempos han cambiado, no se muy bien si para mejor o peor. Hoy las féminas dejan en la red, como María Rosal, cosas como esta:

"No he de callar, por más que con el dedo
o con la mano prieta me amordaces.
Orgullosa estaré, aunque disfraces
los vaivenes certeros donde cedo.

No he de callar, y en tan airoso ruedo,
cuando cerques mi orgullo y atenaces
mi fuste en altivez, cuando amenaces
no rendiré ni almena ni mi credo.

Y pues que en soledad luces mi arcilla
y te mantiene el deje de mi lumbre,
sigue frotando siempre, no hay mancilla.

No ha de mudar el tiempo tu costumbre
de alumbrarme en el gozo, ¡oh maravilla,
herida o sima y sin embargo cumbre!".

Te recomiendo a la poeta anterior, una mujer joven de nuestro tiempo, que incluso canta al mundo de los "e-mails" y a este mundo cibernético que nos permite colarnos en la intimidad o desabrocharnos la bragueta sin mirar a los lados:

"E-MAIL

Mi amor no tiene rostro.
Sólo tiene palabras luminosas.
Mi amor es puntual
y cada noche
recojo en mi buzón
su mensaje cifrado.
Enciendo el aparato, parpadea...

Escribe con mayúsculas los besos
y acaricia su cuerpo en letras de colores.
No hay temor al contagio.
Tan sólo su locura me estremece
y yo se la devuelvo
en megabytes desordenados,
-ebria de amor,
ya libre-, acariciando
mi sistema binario desbocado,
mis ventanas al viento con el alba,
el CD Rom tan terso, la memoria...

Tantas noches de amor son un regalo".

Sigue pués, blogero, tu caminar y manténnos informados de tus vaivenes. Somos muchos, como puedes ver, los que te leemos y los que te queremos en este mundo amorfo de la red.