martes, 10 de julio de 2007

La insoportable levedad del ser

Ahora, en mi situación de prejubilado forzoso, con tiempo disponible para hacer cosas nuevas y para relanzar otras que convivían con un trabajo absorvente y de horario prolongado, estoy revisando mi biblioteca. No es ésta especialmente valiosa pero si dispar y un poco promíscua. Demasiados libros y algunos comprados a impulsos, guardados sin leer y con pocas posibilidades de ser abiertos.

En este peregrinaje me encontré la obra maestra de ese escritor checo, afincado en Francia, que ocupó mis horas de asueto hace algunos años. Estoy hablando de Milan Kundera y de su novela de 1984 "La insoportable levedad del ser".

Milan Kundera nace en Brno, República Checa, el 1 de abril de 1929, y vive en Francia desde 1975, habiendo sido sus obras prohibidas desde 1968, fecha en la que la Unión Soviética invade el país y Europa, de manera vergonzosa, le vuelve la espalda 

Una nueva lectura me hace recordar esa historia de amor y de celos, de sexo y de traiciones, de esas dos parejas Teresa, Tomás, Sabina y Franz.

No hay espacio en este post, ni es mi intención, resumir esta obra y sus ocupantes, solamente reseñar la gran capacidad de Kundera para hacer entrar al lector en esa tela de araña de sentimientos y traiciones. Fui incapaz de salirme del ritmo prepidante de la obra y me converti en un personaje mas, sufriendo y gozando con las dispares situaciones.

Enhorabuena al autor. Ha merecido la pena desempolvar el libro y emprender una nueva lectura que me ha parecido mas rica y productiva.

Comentarios


La vida nadie la cambia
se cambia de situación
mira que suerte has tenido
por orden y por sorpresa
llegó tu jubilación.

Joven y con muchas ganas
puedes hacer lo que quieras
cazar, pasear, escribir,
y echar tus grandes parladas
que es lo que te gusta a ti.

Así que disfruta, amigo
olvidando lo anterior
ahora tu te lo organizas
para hacer lo que te gusta
se acabó la producción.

Que disfrutes muchos años
de esta nueva situación
rodeado de los tuyos
en ese pueblo, en la Cabrera
yo, se lo pediré a Dios.