Hace ya días, incluso semanas, que vengo anotando manualmente un posible post sin título previo. Digo manualmente porque, a pesar de disponer de una tablet y de un smartphone, sigo llevando conmigo un cuaderno y un bolígrafo en los que anoto aquello que se me ocurre o me llama la atención. En este caso los apuntes entrarían en el terreno del sentimiento insufrible de desasosiego, frustración, asco, aversión, hartazgo y un largo etcétera de sensaciones y sentimientos, todos ellos causados por la llamada casta política y por el desenfreno verbal de la campaña electoral en marcha.
Nunca antes me había pasado, lo juro. Nunca antes me había sentido tan desengañado, cabreado y avergonzado. La provocación de unos líderes, me da igual unos que otros, pero en este caso el sarpullido viene de los que gobiernan, que nos tratan como borregos y que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, me han llevado a cerrar la ventana y la puerta de la desinformación. Nada de radio, prensa ni TV. Ni un solo vistazo, ni una mísera onda. Nada, no quiero nada. Y mi decisión irrevocable es la de no acudir a votar.
Hasta aquí mi "status quo" era éste. Y digo que era porque hete aquí que al abrir el correo electrónico me encuentro con uno de un antiguo compañeros de trabajo y viejo amigo que me adjunta un enlace, con el título en mayúsculas de INTERESANTE. Al abrirlo me encuentro con un artículo de eldiario.es que te lleva a la denominada zona crítica en el que, firmado por un tal Javier Gallego, se razona e invita a que es muy importante ir a votar para echar del poder a la casta gobernante. Claro que no me queda claro si se refiere a los que ejercen el poder en el gobierno central o en la periferia.
Lo siento, amigo, me da igual. Tal vez es que soy un votante conformista, conservador y desinformado. Tal vez. Lo que si creo es que, en mi infortunio, pienso que si esto tiene que irse a la mierda que se vaya ya.