Viernes 22 de junio, 02 horas A.M. Hace menos de diez minutos que he llegado de León, después de un día denso e intenso, con una visita gastronómica a Portilla de la Reina, dejando atrás Riaño, en la frontera con Cantabria, terminando en su Auditorio con la Ópera TOSCA de Puccini.
Después de una jornada en la que he degustado un paisaje siempre sorprendente, sea la época del año que sea, me he dejado empapar por el paisanaje, tan cálido y variado como su geografía.
Siempre he comentado, en público y privado, mi situación feliz y plena de leonés de la diáspora, residente en Valladolid, ciudad en la que tengo muy buenos amigos. Pero cada vez que visito León y sus gentes entiendo mejor unas aspiraciones legítimas de regir su propio destino.
La Iglesia, que nadie duda de su sabiduría y longevidad, puso las dos diócesis leonesas, (Astorga y León) en el Arzobispado de Oviedo, no en Valladolid.
La diferencia geográfica, etnográfica, costumbrista y gastronómica con Castilla es muy grande. La historia permitió que existiera León y Luego Castilla, para ser con Fernando III Castilla y León. Nadie puede negar la evidencia. Pero se debe entender y comprender el sentimiento y deseo de las gentes leonesas para ser ellas mismas. Su íntimo deseo de sentirse dueños de su futuro, sin utilizar este sentimiento contra nadie.
No se por qué me he puesto melancólico y reivindicativo. Yo, que presumo de tener unas miras universales, me estoy dejando llevar por un sentimiento compartido con mis paisanos. Y lo curioso es que este sentimiento fluye de manera natural, sin negaciones ni desprecios.
¡ Gracias Ramón, gracias Quini, por vuestro cariño y amistad !. Me estáis permitiendo paladear con pequeños sorbos una situación que para mi no es de ninguna manera dolorosa ni traumática. Vivo en Valladolid y, Dios mediante, aquí voy a seguir viviendo. Me siento integrado en esta bella y populosa ciudad. Tengo buenos amigos de antaño y hogaño. Me gusta la sobriedad de Castilla, sus gentes e incluso sus pueblos y sus cerros y llanos mecidos en estos momentos por la cosecha cerealista.
Pero......, cada vez que voy a León, cada vez que su diversidad geográfica me envuelve, cada vez que sus gentes, tan distintas y tan peculiares, me rodean, vuelvo al Pisuerga con una carga emotiva que me sorprende y me desborda.
Por todo ello, permitidme que tome prestada una estrofa del himno de León:
¡Viva León!
Tierra hidalga, tierra mía:
estrofas del romancero,desde Guzmán a don Suero,
va tremolando el honor.