Basílica de San Isidoro de León, también denominada Real Basílica de San Isidoro, un edificio en el que el románico nos transmite todo su esplendor.
No es cuestión de ponernos aquí a decir lo que ya dicen los libros y manuales de historia, solamente comentar que la actual Basílica inicialmente lo fue de manera mucho más pobretona y dedicada a San Pelayo. Eran los tiempos del rey leonés Sancho I el Craso, cuyas gorduras fueron tratadas en la Córdoba de Abderramán III, por mediación de su abuela la reina Toda de Pamplona.
Fue otro rey, Fernando I el Magno, (rey por su matrimonio con doña Sancha de León), que aunque nacido en Pamplona, fue conde de Castilla y nunca fue bien querido en León, ya que fue él quien se levantó en armas contra su cuñado el rey leonés Bermudo III, muriendo éste en extrañas y nunca bien explicadas circunstancias en la batalla de Tamarón. Don Fernando y Doña Sancha engrandecieron la Colegiata de San Isidoro y fueron depositarios del hoy famoso Cáliz de Doña Urraca, hija ésta de Fernando y Sancha.
Dos historiadores leoneses, con una reputación seria y solvente, (Margarita Torres Sevilla y José Miguel Ortega del Río), han descubierto en un trabajo de rastreo y no dirigido a este fin, en la universidad Al-Azhar del Cairo, (¿habrá sido un descubrimiento "al azar"?), unos pergaminos que llevan a pensar y afirmar, con un gran peso documental, que esta copa vendría a ser el Cáliz de la Ultima Cena de Jesús y sus Discípulos. Esa copa que el devenir de los siglos ha denominado el Santo Grial y que terminó en San Isidoro de León.
Seguramente habrá réplicas y contrarréplicas. Contestaciones y protestas. ¿Qué hacemos con el Cáliz de Valencia o con el del Cebreiro?. ¿Y el del Metropolitan de Nueva York?.
Entre tanto en León ya se está cambiando aquel eslogan de "Rincón por Rincón León", por "Rincón por Rincón León y Su Copón", (¡con perdón!).