Hoy es uno de esos día en los que, sin saber muy bien por qué, se te ha pegado un cabreo que no consigues quitártelo de encima. Por una parte el cachondeo de los de la banda asesina Eta con su burla, su pitorreo, su choteo y su caja de cartón con unas balas, cuatro pistolas y un fusil ametrallador.
Por la otra la simpleza, la sandez, la idiotez y la torpeza de unos denominados "Verificadores". Unos personajes extraños y variopintos, convocados y pagados por la banda asesina, que uno en su apacibilidad no entiende qué fueron a verificar.
A la mente de este bloguero le vienen las terribles imágenes de atentados, de muerte, de desolación. Y también el abandono oficial de las víctimas e incluso el desprecio hacia éstas de una sociedad y de una iglesia vasca en la que se gestó la tragedia y en la que se amparó a los verdugos.
¿"Una auténtica oportunidad para la paz"?, dice un tal Manikkalingam, verificador y torpe comunicador. La comunidad internacional ha rechazado la labor de estos verificadores y ellos mismos parecen haberse dado cuenta de que algo ha salido mal.
Si no fuera por los muertos de la banda asesina Eta. Si no fuera por los lisiados, física y moralmente, en los actos criminales de los terroristas. Sin el sufrimientos de unas familias rotas, maltratadas, abandonadas y sacrificadas en el altar de los intereses partidistas, uno bien podría partirse de risa. Pero no, la cosa es para llorar y para mandar a los asesinos y a los verificadores a tomar por el c....