No quiero ni pretendo ser dramático. He llegado hace media hora escasa de un viaje urgente y necesario a tierras de la montaña de Lugo, y traigo aún frescas en la retina imágenes y vivencias.
En el pueblo de Doncos, parroquia a la que pertenecen una serie de aldeas, muy cerca de Pedrafita do Cebreiro, en plena frontera berciana, he acompañado a mi esposa a una misa de difuntos por "el eterno descanso de mi cuñado Manolo". Solamente una causa de fuerza mayor podría entenderse como escusa para no asistir. No importa que la distancia esté en torno a los trescientos kilómetros ni que uno tenga unas décimas de fiebre a causa de una cirugía maxilar cruenta. No importa que te pegues una paliza por la mañana y otra por la tarde o por la noche para volver. No importa !........
¿ Qué van a pensar los vecinos y parientes si no asistes a una misa con una docena mal contada de personas ?. ¿ Qué va a decir la gente ?.
Se puede fallar a una boda, a un bautizo, a una primera comunión o una celebración familiar, pero ni se te ocurra fallar a un funeral, a un "cabo de ano" o a una misa de difuntos. Estás perdido si no asistes....!
La gente en las aldeas de Lugo va a los funerales y similares como se va a una romería. Eso si, con seriedad y sin alborozo. Tampoco es necesario contratar al gaiteiro. No, hombre. Solo faltaría... Pero se va con el mejor traje, con un buen afeitado y con un buen ánimo. El dolor siempre por dentro. Por fuera una serenidad meditada y saludando a todo el mundo.
Al salir de misa paramos en el Villacol, asador y tiendecilla en la que te venden el magnífico "queixo do Cebreiro", pero mucho ojo, el de Fonfría. El mejor de la montaña y el mas artesanal. Pura delicia !. Y también el pan de "Xeixo", bien sea de trigo, de centeno o mezclado. Una maravilla de pan !.
Pués bién, como decía, allí saludamos efusivamente, (besos, abrazos y apretones) a Sergio e Inés, dueños del establecimiento. También encontramos a unos conocidos, medioparientes, que - residentes en la cercana Ponferrada - habían venido a visitar a las familias y al cementerio en el que reposan los seres queridos. Y allí fuí testigo de una conversación imposible, criptica y solamente entendible en aquellas parajes:
- Hola Pepiño, canto tempo sin verte !. ¿ Cómo está a familia ?.- Bueeeeeno! Xa sabes..... Lo que non vai por arriba vai por abaixo....!- Y a nai parece me que está muy ben !.- Bueeeeeno!. Al menos sírbenos pra ir a os enterros y as misas dos cabos de ano.....!
Increíble, ¿ verdad ?. Pués es cierto como la luz del sol. A los entierros y cabos de año se asiste porque si. Porque no puede ser de otra manera. Las familias llevan la cuenta de quien asiste y quien no. No solo se debe asistir sino, y sobre todo, dejar constancia fehaciento de ello. Se asiste y se "insiste" en el saludo prolongado. En las alabanzas del finado y en todo aquello que tenga que ver con el hoy, el ayer y el mañana.
La muerte en Galicia tiene un trato distinto. ¿ Habéis leído los periódicos ?. Me da igual que sea la Voz, el Faro de Vigo o el Progreso de Lugo. En las esquelas siempre se pone en negrita la existencia de un autocar y su recorrido por las aldeas para buscar y devolver a los asistentes.
No hace muchos años que, cuando se visitaba a la familia del fallecido, era obligado invitar a desayunar, almorzar, comer, merendar y cenar. ¿ Que no es verdad ?. Os juro por mis ancestros que es verídico !
Ah..., y nada de lágrimas !. Se hablaba del tiempo, de los políticos, de las "vaquiñas", "das feiras", " do pulpo" (ahora se llama polbo.., manda carallo !). Bueno, y también de lo bueno que había sido el fallecido.
Morir en Galicia es distinto. En Galicia, o una buena parte de ella, aún hoy se rinde un cierto culto a la muerte.
Oh poeta esos tremendos ojos
Ese andar de alma de acero y de bondad de mármol
Este es aquel que llegó al final del último camino
Y que vuelve quizás con otro paso
Hago al andar el ruido de la muerte
Y si mis ojos os dicen
Cuánta vida he vivido y cuánta muerte he muerto
Ellos podrían también deciros
Cuánta vida he muerto y cuánta muerte he vivido
(M.Huidobro.., a la memoria de su padre)
Comentarios
Ja,ja,ja..! Me he divertido con la lectura de tu post. Como gallega del interior, aunque viviendo junto al mar, doy fe de la veracidad de tus asertos.
¿ Me dejas que sea Rosalía de Castro, esta vez en castellano, la que nos hable de la muerte ?. Triste Rosalía que no consiguió sebrevivir a ninguno de sus hijos:
"Era apacible el día
y templado el ambiente,
y llovía, llovía
callada y mansamente;
y mientras silenciosa
lloraba yo y gemía,
mi niño, tierna rosa,
durmiendo se moría".
Hermoso, ¿ verdad ?. Triste pero de una belleza profunda y desgarradora.
¿ Me dejas que sea Rosalía de Castro, esta vez en castellano, la que nos hable de la muerte ?. Triste Rosalía que no consiguió sebrevivir a ninguno de sus hijos:
"Era apacible el día
y templado el ambiente,
y llovía, llovía
callada y mansamente;
y mientras silenciosa
lloraba yo y gemía,
mi niño, tierna rosa,
durmiendo se moría".
Hermoso, ¿ verdad ?. Triste pero de una belleza profunda y desgarradora.
Que razón tienes amigo Jerónimo!.Se te nota en tus post pasión por Galicia ya sé que tu mujer es gallega pero ¡cuanto te agradezo el cariño y la sabiduría con que nos tratas!.
Ese mundo que has visto lo conozco, pero está desapareciendo y poco a poco irá quedando en "reservas" como el urogallo o la vaca marela.
Yo he vivido, entre los años 50 y 70, "en la Galicia profunda", la de la montaña, la olvidada, esa que tu visitaste, y que parece que todavia está ahí con sus tradiciones casi intactas, pese al mercantilismo que ahora tambien alcanza todo lo que rodea el ultimo paso por este mundo.
Acompañaba a mi abuela a todos los velatorios.A veces tras largas caminatas por caminos y corredoiras, cruzando soutos y prados, santiguandonos ante los cruceiros y parando a beber en alguna "picha", manantial de agua fresca en cualquier "valado".Y el nerviosismo al llegar a la casa del muerto y luego verlo en su ataúd en medio del comedor de la casa, su cara tan blanca, ¡que miedo!, vestido de raído traje, en algun caso por primera o segunda vez (en su boda y ahora en la caja de pino), rodeado de aquellos velones con lazo negro, (recuerdo que eran de cera en casa del pobre y electricos en la de los mas pudientes), las viejas coronas de plumas color morado, cintas y letras de carton pintadas de purpurina, R.I.P. tu mujer y tus hijos no te olvidan, y el crucifijo de alpaca, las mujeres de la aldea alrededor, rezando mil y una letanías, rosarios y responsos, la esposa, viuda ya, con el rostro compungido, aunque en el fondo ¡quien sabe! contenta de sacarse de delante a un borrachuzas que le zumbaba la badana un dia si y otro también, los niños de la casa desaparecidos, quizás en casa de los vecinos, menos yo que era la sombra de Dominga, mi asmática y entrañable abuela, yo su bastón, su guardaespaldas y los hombres al calor de la lareira en invierno y en el corral o patio en verano, trasegando vinos, aguardientes, y comiendo abundancia de chorizos, jamón y demás viandas, colorados como brasas y contando toda la noche historias y chascarrillos, a modo de desafío, como una forma de negar la muerte, ahuyentando con sus leyendas y bravuconadas los malos espiritus, esa muerte tan presente en la casa y de paso celebrar la vida, la suerte de no ser el difunto...por ahora.
¡Que contraste para una mente infantil esos dos ambientes, separados por el hilo invisible de la discriminación, por un lado el recogimiento serio, lúgubre, unas veces real y otras fingido de las mujeres, obligadas por la tradición a parecer tristes y llorosas, a atender a los dolientes, a las visitas, al ganado, la lumbre, y por el otro la despreocupación, incluso la juerga, de los varones.¡cuanto agradecía ser hombre!.De mayor, me decía, no tendré que estar nunca al lado de ningún muerto.
¡que equivocado estaba!.
un abrazo desde la Galicia.
Ese mundo que has visto lo conozco, pero está desapareciendo y poco a poco irá quedando en "reservas" como el urogallo o la vaca marela.
Yo he vivido, entre los años 50 y 70, "en la Galicia profunda", la de la montaña, la olvidada, esa que tu visitaste, y que parece que todavia está ahí con sus tradiciones casi intactas, pese al mercantilismo que ahora tambien alcanza todo lo que rodea el ultimo paso por este mundo.
Acompañaba a mi abuela a todos los velatorios.A veces tras largas caminatas por caminos y corredoiras, cruzando soutos y prados, santiguandonos ante los cruceiros y parando a beber en alguna "picha", manantial de agua fresca en cualquier "valado".Y el nerviosismo al llegar a la casa del muerto y luego verlo en su ataúd en medio del comedor de la casa, su cara tan blanca, ¡que miedo!, vestido de raído traje, en algun caso por primera o segunda vez (en su boda y ahora en la caja de pino), rodeado de aquellos velones con lazo negro, (recuerdo que eran de cera en casa del pobre y electricos en la de los mas pudientes), las viejas coronas de plumas color morado, cintas y letras de carton pintadas de purpurina, R.I.P. tu mujer y tus hijos no te olvidan, y el crucifijo de alpaca, las mujeres de la aldea alrededor, rezando mil y una letanías, rosarios y responsos, la esposa, viuda ya, con el rostro compungido, aunque en el fondo ¡quien sabe! contenta de sacarse de delante a un borrachuzas que le zumbaba la badana un dia si y otro también, los niños de la casa desaparecidos, quizás en casa de los vecinos, menos yo que era la sombra de Dominga, mi asmática y entrañable abuela, yo su bastón, su guardaespaldas y los hombres al calor de la lareira en invierno y en el corral o patio en verano, trasegando vinos, aguardientes, y comiendo abundancia de chorizos, jamón y demás viandas, colorados como brasas y contando toda la noche historias y chascarrillos, a modo de desafío, como una forma de negar la muerte, ahuyentando con sus leyendas y bravuconadas los malos espiritus, esa muerte tan presente en la casa y de paso celebrar la vida, la suerte de no ser el difunto...por ahora.
¡Que contraste para una mente infantil esos dos ambientes, separados por el hilo invisible de la discriminación, por un lado el recogimiento serio, lúgubre, unas veces real y otras fingido de las mujeres, obligadas por la tradición a parecer tristes y llorosas, a atender a los dolientes, a las visitas, al ganado, la lumbre, y por el otro la despreocupación, incluso la juerga, de los varones.¡cuanto agradecía ser hombre!.De mayor, me decía, no tendré que estar nunca al lado de ningún muerto.
¡que equivocado estaba!.
un abrazo desde la Galicia.
Que razón tienes amigo Jerónimo!.Se te nota en tus post pasión por Galicia ya sé que tu mujer es gallega pero ¡cuanto te agradezo el cariño y la sabiduría con que nos tratas!.
Ese mundo que has visto lo conozco, pero está desapareciendo y poco a poco irá quedando en "reservas" como el urogallo o la vaca marela.
Yo he vivido, entre los años 50 y 70, "en la Galicia profunda", la de la montaña, la olvidada, esa que tu visitaste, y que parece que todavia está ahí con sus tradiciones casi intactas, pese al mercantilismo que ahora tambien alcanza todo lo que rodea el ultimo paso por este mundo.
Acompañaba a mi abuela a todos los velatorios.A veces tras largas caminatas por caminos y corredoiras, cruzando soutos y prados, santiguandonos ante los cruceiros y parando a beber en alguna "picha", manantial de agua fresca en cualquier "valado".Y el nerviosismo al llegar a la casa del muerto y luego verlo en su ataúd en medio del comedor de la casa, su cara tan blanca, ¡que miedo!, vestido de raído traje, en algun caso por primera o segunda vez (en su boda y ahora en la caja de pino), rodeado de aquellos velones con lazo negro, (recuerdo que eran de cera en casa del pobre y electricos en la de los mas pudientes), las viejas coronas de plumas color morado, cintas y letras de carton pintadas de purpurina, R.I.P. tu mujer y tus hijos no te olvidan, y el crucifijo de alpaca, las mujeres de la aldea alrededor, rezando mil y una letanías, rosarios y responsos, la esposa, viuda ya, con el rostro compungido, aunque en el fondo ¡quien sabe! contenta de sacarse de delante a un borrachuzas que le zumbaba la badana un dia si y otro también, los niños de la casa desaparecidos, quizás en casa de los vecinos, menos yo que era la sombra de Dominga, mi asmática y entrañable abuela, yo su bastón, su guardaespaldas y los hombres al calor de la lareira en invierno y en el corral o patio en verano, trasegando vinos, aguardientes, y comiendo abundancia de chorizos, jamón y demás viandas, colorados como brasas y contando toda la noche historias y chascarrillos, a modo de desafío, como una forma de negar la muerte, ahuyentando con sus leyendas y bravuconadas los malos espiritus, esa muerte tan presente en la casa y de paso celebrar la vida, la suerte de no ser el difunto...por ahora.
¡Que contraste para una mente infantil esos dos ambientes, separados por el hilo invisible de la discriminación, por un lado el recogimiento serio, lúgubre, unas veces real y otras fingido de las mujeres, obligadas por la tradición a parecer tristes y llorosas, a atender a los dolientes, a las visitas, al ganado, la lumbre, y por el otro la despreocupación, incluso la juerga, de los varones.¡cuanto agradecía ser hombre!.De mayor, me decía, no tendré que estar nunca al lado de ningún muerto.
¡que equivocado estaba!.
un abrazo desde la Galicia.
Ese mundo que has visto lo conozco, pero está desapareciendo y poco a poco irá quedando en "reservas" como el urogallo o la vaca marela.
Yo he vivido, entre los años 50 y 70, "en la Galicia profunda", la de la montaña, la olvidada, esa que tu visitaste, y que parece que todavia está ahí con sus tradiciones casi intactas, pese al mercantilismo que ahora tambien alcanza todo lo que rodea el ultimo paso por este mundo.
Acompañaba a mi abuela a todos los velatorios.A veces tras largas caminatas por caminos y corredoiras, cruzando soutos y prados, santiguandonos ante los cruceiros y parando a beber en alguna "picha", manantial de agua fresca en cualquier "valado".Y el nerviosismo al llegar a la casa del muerto y luego verlo en su ataúd en medio del comedor de la casa, su cara tan blanca, ¡que miedo!, vestido de raído traje, en algun caso por primera o segunda vez (en su boda y ahora en la caja de pino), rodeado de aquellos velones con lazo negro, (recuerdo que eran de cera en casa del pobre y electricos en la de los mas pudientes), las viejas coronas de plumas color morado, cintas y letras de carton pintadas de purpurina, R.I.P. tu mujer y tus hijos no te olvidan, y el crucifijo de alpaca, las mujeres de la aldea alrededor, rezando mil y una letanías, rosarios y responsos, la esposa, viuda ya, con el rostro compungido, aunque en el fondo ¡quien sabe! contenta de sacarse de delante a un borrachuzas que le zumbaba la badana un dia si y otro también, los niños de la casa desaparecidos, quizás en casa de los vecinos, menos yo que era la sombra de Dominga, mi asmática y entrañable abuela, yo su bastón, su guardaespaldas y los hombres al calor de la lareira en invierno y en el corral o patio en verano, trasegando vinos, aguardientes, y comiendo abundancia de chorizos, jamón y demás viandas, colorados como brasas y contando toda la noche historias y chascarrillos, a modo de desafío, como una forma de negar la muerte, ahuyentando con sus leyendas y bravuconadas los malos espiritus, esa muerte tan presente en la casa y de paso celebrar la vida, la suerte de no ser el difunto...por ahora.
¡Que contraste para una mente infantil esos dos ambientes, separados por el hilo invisible de la discriminación, por un lado el recogimiento serio, lúgubre, unas veces real y otras fingido de las mujeres, obligadas por la tradición a parecer tristes y llorosas, a atender a los dolientes, a las visitas, al ganado, la lumbre, y por el otro la despreocupación, incluso la juerga, de los varones.¡cuanto agradecía ser hombre!.De mayor, me decía, no tendré que estar nunca al lado de ningún muerto.
¡que equivocado estaba!.
un abrazo desde la Galicia.
Hola y gracias a los dos:
A ti mi desconocida amiga por compartir conmigo sensibilidades y por tus cariñosos comentarios.
A ti, amigo Xosé Manoel, ¿ qué puedo decirte después de un comentario lleno de amistad y sabiduría ?. Me ha hecho mucha ilusión leerte, (incluso por duplicado). Tu conocimiento sobre esa bella tierra, tu capacidad de captación y recuerdo y tu rica y profunda literatura me han sorprendido y encandilado.
¡ Qué bien conoces Galicia y sus gentes !. ¡ De que manera llegas a las raices populares y al interior de las personas !.
Te deseo lo mejor. Un fuerte abrazo.
A ti mi desconocida amiga por compartir conmigo sensibilidades y por tus cariñosos comentarios.
A ti, amigo Xosé Manoel, ¿ qué puedo decirte después de un comentario lleno de amistad y sabiduría ?. Me ha hecho mucha ilusión leerte, (incluso por duplicado). Tu conocimiento sobre esa bella tierra, tu capacidad de captación y recuerdo y tu rica y profunda literatura me han sorprendido y encandilado.
¡ Qué bien conoces Galicia y sus gentes !. ¡ De que manera llegas a las raices populares y al interior de las personas !.
Te deseo lo mejor. Un fuerte abrazo.
Me encanta su blog en general. Una puntualizacion lo que ha puesto el queso de Funfria no es queixo do Cebreiro y es tan artesano que la señora que lo hace no tiene ni vacas.Esa es la triste picaresca del gallego apostar por la economía sumergida y las " trapalladas " de gente que compra leche negra sin ningun tipo de control a empresas que no pueden darle salida por no tener controles de calidad.Aclarado esto un Queixo do Cebreiro siempre lleva una contraetiqueta. Ah! otra puntualización y ahí totalmente de acuerdo el pan del Seixo que no Xeixo es buenisimo y recibe el nombre de la aldea donde se hace.Seixo(Pedrafita do Cebreiro). Un consejo amigo que le veo que una persona que se documenta no confunda artesano por asqueroso y sin control deje eso para personas que prefieren pillar brucelosis, tuberculosis etc.
Hola Jerónimo... soy una estudiante de antropología y tengo que hacer un trabajo sobre el culto a la muerte en galicia; me preguntaba si podrías contarme algo acerca de esta "tradición funeraria" por llamarlo de algún modo.Como eran y son las comidas, a quien se invitaba, cuanto solia durar todo el acto... este tipo de cosillas.Mi e-mail es koma 1323@hotmail.com gracias!
soy de la familia de manolo y elvira conoces??
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